Bacon
Francis Bacon promotor del empirismo
Francis Bacon (22 de enero de 1561 – 9 de abril de 1626), conocido también por barón de Verulam, vizconde de San Albano, canciller de Inglaterra, célebre filósofo y miembro de la misteriosa orden de la Rosacruz
Critica de los ídolos.
La crítica de la lógica aristotélica y del pensamiento recibido, de sus prejuicios y de sus errores, ocupa la parte principal del primer libro del Novum Organum, a manera de preliminar de la filosofía de la ciencia que Bacon desarrolla en el segundo libro. Se trata de una especie de fenomenología del error, en la que se expone la reconocida teoría baconiana de los ‘idola’.
Los ‘idolos’ son, para Bacon, las tendencias del intelecto humano que dan lugar a los errores y a los prejuicios, y que ocultan, por tanto, el verdadero saber. Bacon distingue cuatro tipos de ídolos:
- Los idola tribus. Éstos, según el autor, se expresan en la tendencia intelectual a considerar que las cosas existen en un grado de orden y de igualdad mayor del que en realidad se encuentran. Los ‘ídolos de la tribu’ surgen también de la propia vida emocional humana, con la consiguiente falta de objetividad en el momento de valorar los argumentos a favor o en contra de un principio. Estos ídolos conducen, finalmente, a la falsedad porque se apoyan en los datos engañosos que proporcionan los sentidos.
- Los idola specus (literalmente ‘ídolos de la caverna) proceden de las características específicas de cada individuo: de sus gustos, de su educación, de sus ocupaciones, etc. Emergen, por tanto, de la subjetividad y velan la auténtica naturaleza de la verdad.
- Los idola fori (‘ídolos del mercado’) se originan por el contacto entre los hombres y derivan casi siempre del lenguaje. Causan un auténtico reino de la confusión, pues llegan a utilizar conceptos ilusorios para cosas inexistentes. "Cuando los conceptos faltan, los suplen oportunamente las palabras".
- Los idola Theatri (‘ídolos del teatro’), por último, son los que se derivan de las falsas teorías, que han engañado a los hombres a la manera como los actores engañan a su público en el teatro.
El segundo libro del Novum Organum desarrolla propiamente el método inductivo de Bacon, en el que se trata de construir el saber, una vez se ha procedido a la crítica de los ídolos o errores.
La lógica Aristotélica, base hasta entonces de las ciencias, ha de ser remplazada pues por una nueva lógica experimental e inductiva. Esto es necesario, según Bacon, puesto que la lógica del filósofo griego es esencialmente deductiva, parte de algunas observaciones empíricas, pero se precipita rápidamente en una generalización que olvida la existencia de principios intermedios. Para decirlo en palabras de Bacon, la lógica aristotélica es una vía de investigación y de descubrimiento de la verdad que parte "de las sensaciones y de los hechos particulares para elevarse rápidamente a las proposiciones más generales". A esta vía, Bacon opone una nueva forma de acceso a la verdad, que parte igualmente de las sensaciones y de los hechos particulares, pero que "obtiene de ellos proposiciones, ascendiendo de un modo continuo y progresivo la escala de la generalización hasta llegar a los principios más generales".
Esto es, en suma, lo que realiza Bacon, el supuesto mérito de su filosofía: considerar insuficiente el escolasticismo y tratar de exponer un nuevo método de investigación mediante el conocimiento minucioso de la naturaleza, prescindiendo de todos los prejuicios que procedieran de las ideas aceptadas sin comprobación o de opiniones de autoridades antiguas tenidas como dogmas.
Pero Francis Bacon no fue demasiado consecuente con sus propósitos y, en su filosofía, hay mucho todavía de escolasticismo y de prejuicios aceptados sin examen. Además, Bacon no realiza ningún aporte significativo para la filosofía natural, nunca desarrolla su método. Tampoco encontramos mucha novedad en sus exhortaciones a emplear la observación, el experimento y la inducción si repasamos los escritos de algunos de sus predecesores inmediatos, en especial Galileo.
Prueba de las especulaciones sin fundamento científico de Bacon es la profunda influencia que ejerció en él la tradición mágico-alquímica. Por ejemplo, Bacon concibe la putrefacción como algo causado por espíritus volátiles que tienden a alejarse de los cuerpos para gozar de los rayos solares. De igual manera, Bacon alude a los influjos lunares, al mal de ojo o a la fabricación del oro. Esto nos reitera el sin numero de contradicciones que se encuentran en la obra de Bacon.
También es importante aclarar que la rebelión contra Aristóteles y el método escolástico no era, en lo más mínimo, original de Bacon. Ya para la época se había atacado fuertemente el método aristotélico, y personajes como Vives, Agripa, Ramus y Acontio habían luchado por una reforma del método algún tiempo antes que los escritos de Bacon hubieran alcanzado prominencia.
Con respecto a la tan nombrada influencia de Bacon sobre la ciencia moderna, hay que aclarar que es falsa. Como primero, los progresos realizados en el siglo XVII tuvieron lugar en las ciencias físicas, no en las biológicas, y en el desarrollo de las ciencias físicas el método de Bacon, como tal, no tuvo influjo alguno.
La supuesta influencia del método de Bacon en el desarrollo de los grandes logros científicos, también se reconoce como falsa cuando tenemos en cuenta que Copérnico, Galileo y Kepler lo precedieron, y que Harvey y Newton no lo tuvieron en cuenta.
Además, hay que considerar que Francis Bacon era un hombre de letras, y para nada un hombre de ciencia, lo cual, en principio, pone en duda la validez de su método puesto que sólo por la experiencia práctica puede desarrollarse cualquier método experimental.
Bacon insistía en la importancia del experimento, pero no podía enseñar lo que no había comprendido: el método experimental. Exhortaba a los hombres a estudiar la naturaleza, pero no podía suministrar indicaciones provechosas para tal estudio. Tenía una ferviente fe en las posibles conquistas de la ciencia, pero como nunca dominó ninguna de ellas, era incapaz de apreciar las condiciones reales de la investigación. Vio bastante claro que el progreso de la investigación debe ser gradual, pero no distinguió cuáles eran los grados necesarios ni la clase de averiguaciones ni el orden que deben seguir, antes de que puedan efectuarse los descubrimientos.
A pesar de todo esto, sus fieles admiradores, que en principio fueron los ilustrísimos de la Royal Society, han visto en Francis Bacon el padre de la filosofía y de la investigación moderna, y el heraldo de la nueva era científica.
Obras
Se propuso ante todo reorganizar el método de estudio científico. Percibió que el razonamiento deductivo destacaba entonces a expensas del inductivo y creyó que, eliminando toda noción preconcebida del mundo, se podía y debía estudiar al hombre y su entorno mediante observaciones detalladas y controladas, realizando generalizaciones cautelosas. Para ello, el estudio que el hombre de ciencia hace de los particulares debe realizarse mediante observaciones que deben validarse. Los científicos deben ser ante todo escépticos y no aceptar explicaciones que no se puedan probar por la observación y la experiencia sensible (empirismo).
Los escritos de Bacon se engloban en tres categorías: filosófica, literaria y política. Sus mejores obras filosóficas son El avance del conocimiento (1605), y Novum Organum o Indicaciones relativas a la interpretación de la naturaleza (1620).
La filosofía de Bacon influyó en la creencia de que la gente es a la vez sierva e intérprete de la naturaleza, de que la verdad no se deriva de la autoridad y que el conocimiento es fruto ante todo de la experiencia. Se le reconoce haber aportado a la Lógica el método experimental inductivo, ya que anteriormente se practicaba la inducción mediante la simple enumeración, es decir, extrayendo conclusiones generales de datos particulares. El método de Bacon consistió en inferir a partir del uso de la analogía, desde las características o propiedades del mayor grupo al que pertenece el dato en concreto, dejando para una posterior experiencia la corrección de los errores evidentes. Este método representó un avance fundamental en el método científico al ser muy significativo en la mejora de las hipótesis científicas.
Su Novum Organum influyó mucho en la aceptación en la ciencia de una observación y experimentación precisas. En esta obra mantenía que había que abandonar todos los prejuicios y actitudes preconcebidas, que llamó en griego eidola o ídolos, ya fueran la propiedad común de la especie debido a modos comunes de pensamiento ("Idola tribus") o propios del individuo ("Idola especus"); ya se debieran a una dependencia excesiva del lenguaje ("Idola fori") o de la tradición ("Idola teatri"). Los principios que se plantean en Novum Organum tuvieron gran importancia en el subsiguiente desarrollo del empirismo.
Como escritor, se le debe además la creación del género ensayístico en inglés, con sus Essays, (1597) que siguen la estela de Montaigne, en los que muestra un estilo en apariencia poco ornamentado, y una gran capacidad aforística. En su Nueva Atlántida ofrece la primera utopía tecnológica, donde los gobernantes serán los científicos de la "Casa de Salomón", especie de gran universidad donde se concentraría el conocimiento. Previó en su época grandes adelantos científicos como máquinas voladoras, submarinos y telecomunicaciones.
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